Desde 2009, el segundo martes de octubre se celebra el Día Internacional de Ada Lovelace, una fecha para poner en valor los logros de las mujeres en el campo de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Pero ¿conoces la historia de Ada Lovelace?

Desde Calculados queremos honrar este día tan especial haciendo un repaso sobre la trayectoria de Lovelace y su aportación a la investigación y desarrollo científico. Acompáñanos en un viaje por el tiempo para descubrir cómo marcó un antes y después en la historia de la programación.

La historia de Ada Lovelace

Augusta Ada Byron nación el 10 de diciembre de 1815 en Londres, Inglaterra. Fue hija de la baronesa Annabella Noel-Byron y el poeta lord Byron. Sin embargo, el matrimonio de sus padres no duró mucho y, tras una infidelidad, su madre decidió separarse del poeta y cortar todo vínculo con él. Como resultado, Ada nunca conoció a su padre, quien falleció cuando ella tenía ocho años.

El resentimiento de Annabella hacia Byron provocó que intentara vacunar a su hija contra el “espíritu romántico” de su padre. Para contrarrestar cualquier inclinación artística o creativa que pudiera desarrollar Ada, su madre la orientó desde temprana edad hacia las matemáticas y las ciencias, disciplinas que Annabella consideraba más rigurosas y menos susceptibles a las emociones. Para ella, el arte era una enfermedad.

Sin embargo, la formación matemática despertó el interés de Ada de manera notable. Lady Noel-Byron, para nutrir el interés científico de su hija, la llevó a visitar las regiones industriales de Inglaterra, donde Ada pudo observar el funcionamiento de innovaciones como el telar de Jacquard, una máquina que usaba tarjetas perforadas para crear patrones textiles. Además, fomentó amistades con científicas prestigiosas como Mary Somerville, matemática y astrónoma que más tarde sería una de las primeras en proponer la teoría sobre la existencia de Neptuno. 

Su aportación a la ciencia

A los 17 años, Ada conoció a Charles Babbage, matemático británico e inventor de la primera calculadora mecánica.  Babbage trabajaba entonces en un proyecto aún más ambicioso: la máquina analítica, un dispositivo capaz de realizar cualquier tipo de cálculo. La relación entre ambos marcaría el inicio de una gran colaboración.

Mientras desarrollaba sus intereses científicos, Ada debía cumplir con las expectativas de la alta sociedad. En 1835 se casó con William King, un estudiante de ciencias y futuro conde de Lovelace. Durante esta época, la condesa de Lovelace sufrió problemas de salud que debían tratarse con opiáceos. Este tipo de medicamente le provocó delirios que le provocaron comenzar a desarrollar una opinión exagerada de ella misma.

A pesar de las dificultades personales, en 1842 Ada Lovelace realizó su primer trabajo profesional. La revista Scientific Memoirs le encargó la traducción de un artículo escrito en francés sobre la máquina analítica de Charles Babbage.

Ada publicó el artículo acompañándolo de unas notas donde explicaba sus propias ideas sobre el funcionamiento de la máquina. Estas notas estaban firmadas con sus iniciales AAL (Augusta Ada Lovelace) con el fin de ocultar su identidad femenina. En 1953, fueron publicadas con su nombre y se hicieron más famosas que la propia traducción.

En estas notas, la condesa desarrollaba varios conceptos que, hoy en día, son considerados visionarios. La nota más famosa fue sobre el funcionamiento del algoritmo informático. Ada tomó de referencia los números de Bernoulli como ejemplo para describir el proceso de programación de la máquina analítica de Babbage.

Estos números, una secuencia infinita de cifras, le permitieron elaborar un diagrama que detallaba las operaciones que la máquina debería realizar para calcularlos. Mediante este ejemplo, Lovelace demostró cómo la máquina podía ejecutar cálculos complejos y su capacidad para seguir una secuencia lógica de pasos. Este fue el primer algoritmo de la historia diseñado para ser ejecutado por una máquina, lo que lo convierte en la primera programadora.

Otra de sus aportaciones fue el concepto de máquina universal, un aparato que pudiera ser programado para realizar una variedad de tareas más allá de los cálculos numéricos. Para elaborar esta idea se inspiró en las tarjetas perforadas de los telares de Jacquard. Una idea que acabaría siendo central en la programación de las primeras computadoras.

Un invento nunca demostrado

Pese a la visión revolucionario de Babbage, la máquina analítica nunca se construyó, ya que el gobierno británico rechazó financiar el proyecto. Este fracaso dejó al matemático en la ruina, habiendo invertido toda su fortuna en este proyecto. Además, también rechazó colaborar con la condesa Lovelace, lo que frustró los planes de Ada, quien no volvió a trabajar en más proyectos científicos.

El algoritmo que desarrolló Ada nunca se implementó y, por tanto, nunca pudo ser probado, ya que la máquina analítica nunca se construyó.

No fue hasta 1944, cuando Howard Aiken, ingeniero estadounidense, diseñara un ordenador electromagnético, trabajo ligado con el estudio de Babbage sobre la máquina analítica.

Un legado para la ciencia

A pesar de las dificultades, Ada Lovelace dejó un legado imborrable. Hoy en día su nombre es sinónimo de innovación y perseverancia. Su visión de la programación sigue siendo un pilar fundamental en el desarrollo de la informática. Además, su historia y aportación científica se ha convertido en una fuente de inspiración para innumerables mujeres en el campo científico y tecnológico.

Desde Calculados queremos poner en valor su papel. Por ello, Ada Lovelace forma parte de nuestra colección de calculadoras Classwiz Women in Science. Su carcasa, ilustrada por la artista Juliabe, está disponible en el modelo fx-991SP CW, una manera de rendir homenaje a su legado y continuar inspirando a futuras generaciones de mujeres científicas.