Hace 40 años que la revolución en el mundo de las calculadoras electrónicas llegó a nuestras vidas: con la CASIO Mini se introdujo en el mercado por primera vez una calculadora dirigida al gran público. Con un precio de unos 160 marcos (81,81 €) era un dispositivo asequible para muchos.
Hasta entonces las calculadoras electrónicas costaban en la mayoría de los casos más de 1.000 marcos (511,29 €), pesaban varios kilos y sólo eran utilizadas por científicos y contables. Tras su introducción en el mercado, en diez meses se vendieron un millón de CASIO Mini, un modelo mucho más ligero, y en la actualidad las calculadoras de CASIO se utilizan en muchos países de todo el mundo.
De la calculadora de relés a la calculadora gráfica
La historia de la empresa CASIO, y también la historia de las calculadoras eléctricas, comienza en 1957 con el desarrollo de la CASIO 14-A, la primera calculadora de relés compacta y completamente eléctrica. Su innovación: utilizaba relés eléctricos en lugar de los conmutadores mecánicos habituales en aquella época. En 1965, CASIO lanzó al mercado el modelo 001, la primera calculadora electrónica del mundo con función de memoria. Pero aún estaban por llegar otros importantes hitos: CASIO produce la CASIO Mini, la primera calculadora al alcance de todos los bolsillos, y en 1985 presenta la primera calculadora científica gráfica. La pantalla de esta calculadora científica no sólo reproduce números, sino también gráficos y formas geométricas.
Enseñar con calculadoras
Poco a poco las calculadoras se hicieron un hueco en las escuelas. En un principio, tanto los profesores como los padres se mostraban escépticos: ¿Con la calculadora, los alumnos pierden la práctica de calcular de memoria? Desde entonces, las calculadoras se han establecido como material didáctico en la enseñanza de las matemáticas. En lugar de una calculadora sencilla, los estudiantes utilizan cada vez más a menudo una calculadora gráfica. En muchos estados federados alemanes, el uso de calculadoras gráficas o de calculadoras gráficas con SAC se ha implantado en las escuelas con carácter obligatorio. Las ventajas son evidentes: los alumnos pueden comprender visualmente en la pantalla contenidos matemáticos abstractos. Permiten trabajar con más facilidad en el aula ejemplos prácticos. Además, las calculadoras gráficas solucionan complicados problemas de aritmética rutinarios. De esta forma, se gana tiempo para un aprendizaje individual y por descubrimiento.